sábado, 25 de agosto de 2012

La Nostra Nit

Sabía por su mirada, que terminaría ocurriendo, como ella supo ver en mis ojos que lo deseaba.



Para tapar el ruido de la calle (se celebraban las fiestas del barrio de Gracia), ella puso aquella rítmica canción árabe.
Cuando en la oscuridad del salón, abrazadas comenzamos a bailar, supe que ya no había vuelta atrás.

Y no la hubo.

Volviendo a casa, en la oscuridad del taxi, pensaba en que hubo momentos ardientes de pasión, y otros, todo dulzura, en los que sentir sus pechos rozando los míos, o el calor de su cuerpo junto a mí, volvían a despertar mi deseo por ella, que me estaba haciendo sentir cosas, que nunca pensé que podría sentir.

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